6 de abril de 2012

Como siempre, al final.

Sola, hueca, incompleta, con ese enorme vacío adentro. Esta loca siempre vuelve triste a casa. En la fría y oscura noche y sin nadie que acompañe sus pasos ligeros ni la sorprenda en el zaguán con un beso de esos que encierran el último suspiro del día. Esta tonta siempre despierta en esa cama desierta. Ni dulces de chocolate, ni envuelta en ningunos brazos fuertes, ni ningunos ojos verdes que la miren. Esta idiota siempre acaba escribiendo textos inútiles para nadie. No sabe en qué momento exacto, pero un día decidió subestimar la calidez del 'te quiero', resignándose a observar la ternura desde lejos, como cualquier otro espectador que admira celoso, desde la periferia, cada gesto y cada sonrisa de aquellos amantes que se aman más allá del titubeo y la incertidumbre. A veces hago que me escuche, le pido sensatez. Le hablo del amor, de su decisión torpe. A veces lo consigo, otras tantas no, aún a ratos ya ves.